Los lípidos son moléculas de grasa que nuestro organismo necesita para su adecuado funcionamiento,
el exceso de ellas se les llama dislipidemia. Imagina que los lípidos son pequeñas partículas de
grasa que circulan por tu organismo. Pues bien, en la dislipidemia, algunos de estos lípidos se
elevan de manera anormal.
Las dislipidemias pueden ser de origen primario o genético, que se debe a defectos en la manera como
el cuerpo metaboliza las lipoproteínas y secundario, que es la consecuencia de otras enfermedades
como diabetes mellitus, enfermedad renal, hipotiroidismo y otros factores de riesgo como obesidad,
sedentarismo, tabaquismo, alcoholismo y malos hábitos alimenticios.
Las podemos dividir en 4 grupos:
- Hipercolesterolemia aislada.
- Hipertrigliceridemia aislada.
- Dislipidemia mixta (aumento de colesterol y triglicéridos).
- HDL bajo aislado.
Se diagnostica mediante la medición del perfil lipídico, un examen que se toma en sangre. Se toman
niveles de colesterol total, triglicéridos, VLDL, LDL y HDL. No se deben tomar durante procesos
inflamatorios, porque se pueden alterar los resultados.
Una vez obtenidos los resultados, el médico los analizará en busca de desequilibrios. Si se detecta
una elevación anormal en el colesterol total, los triglicéridos o las lipoproteínas HDL y LDL, se
confirma el diagnóstico de dislipidemia.
Es importante realizar estas pruebas regularmente, ya que la dislipidemia no presenta síntomas al
principio, pero puede tener consecuencias negativas para la salud a largo plazo.